jueves, 31 de diciembre de 2009

de Argelio

Feliz Año Nuevo y doy gracias contigo al Señor.
 
Gracias Señor, por el año que termina. Porque en Tu Misericordia me diste pan, trabajo, vida y amor. Gracias por los momentos de toda clase que me permitiste vivir, porque a través de ellos me hiciste recordar que sin Ti, nada soy.
 
Gracias Señor, por mi familia, amigos y compañeros. Perdona mi egoísmo, hipocresía y desamor que tuve con aquellos a quienes causé dolor. Dame tu gracia para vivir mejor los días que me concedas del año nuevo.
 
Gracias Señor, por todo lo que en este año me diste. Gracias por lo que me prestaste y luego me pediste.
Gracias Señor por haberme conservado la vida, por haberme dado techo, abrigo y sustento. Gracias por tu presencia.
 
Argelio

jueves, 24 de diciembre de 2009

Y ¿por qué el belén y el árbol?

Vivimos cambios muy profundos que nos afectan a todos. De modo especial está cambiando nuestro modo de mirarnos a nosotros mismos, nuestro mundo de valores y relaciones. Cosas que hasta hace un par de generaciones parecían inamovibles, hoy son valoradas de modo muy diverso. En general, estos cambios culturales, no rechazan Navidad. Casi diría que la aprovechan: aumenta el consumo, se programan fiestas y visitas, regalos y vacaciones. No es que me oponga a esto, pero temo que se corre el serio riesgo de despojar a la Navidad de su principal sentido. ¡Cuánto quisiera ayudar a los cristianos a volver a mirar Navidad con los ojos y el corazón de gente realmente creyente!

Al reflexionar sobre esta preocupación me preguntaba: ¿No será necesario descubrir algo más en el pesebre? La figura del “Belén”, como se llama también al pesebre, se ha divulgado mucho. La tenemos representada de mil formas y colores en pinturas, tallas y dibujos. Nos parece bastante conocida. Quizás muy pocos consideran necesario preguntarse de qué se trata. Pocos también los que tienen tiempo para detenerse a contemplarlo. No obstante, contiene y esconde un misterio revelador, capaz de provocar una inmensa alegría, que nunca terminamos de descubrir, ni de gozar en plenitud. En la piedad cristiana, el nacimiento de Cristo es un misterio de gozo.

Siempre me ha gustado observar con curiosidad las formas de los pesebres, como también las poesías y canciones que éste ha inspirado. En una antigua y bella narración simbólica, retomada una y otra vez, se cuenta que al pesebre llega una mujer anciana, de cabellos grises, encorvada y triste, llevando algo en la mano. Se acerca al Niño y a la Virgen, no puede contener el llanto, se inclina ante ellos, y les muestra lo que lleva consigo. Después se levanta y parece mucho más joven. Hasta hermosa. La Virgen al reconocerla, le dice: “¡Madre!”. Ella le responde con gozo diciendo: “¡Bendita!” De sus manos cae entonces una manzana mordida. La anciana es Eva, la mujer de los orígenes, primicia de toda la humanidad. Así se plasma una convicción de fe, profunda y transformadora. La vieja condición humana, herida por el primer pecado, ha encontrado en Jesús al Salvador del mundo, nacido de su Madre Bendita. ¿Quién puede mirar detenidamente el pesebre, sin sentir que de alguna manera comparte las condiciones de aquella vieja mujer? Todos somos Adán. Todos, Eva. Su triste figura y la fruta mordida representan el reconocimiento de tantos delitos, faltas y omisiones, que arruinan al ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios. Aquella mujer, reconoce en el pesebre al Salvador prometido y esperado. En nombre de la humanidad, abre el corazón a su gracia redentora, que sana y transforma; que devuelve la esperanza a un mundo agobiado y maltrecho, por descuido y arrogancia de la misma humanidad. El pesebre adquiere entonces una fuerza extraordinaria, para devolver el ánimo a los más desalentados. Así se hace muy hermosa esta experiencia de creer y de anunciar, que Jesús ha nacido en Navidad. La fe en Dios es portadora de una profunda alegría, que cala hondo. Ante el misterio de la pobreza de Dios en Belén, los ángeles del cielo prorrumpen en canto de alabanza. Para la fe cristiana, cantar es natural. Todo lo decrépito y estropeado de cada persona, se renueva y rejuvenece en el pesebre de Belén.

Se me ocurre que algo parecido pasa con el conocido arbolito de Navidad. No son muchos los que saben de dónde viene esta costumbre, y por qué se ha hecho tradicional como símbolo de Navidad. Dejo por ahora detalles de historia y cultura. Pero con la misma inquietud antes mencionada, me pregunto: ¿Qué nos falta descubrir quizás en el árbol de Navidad?

En este símbolo navideño se destaca sobre todo el color. Es bien verde, porque está lleno de vida. De él cuelgan esferas de múltiples colores, luces brillantes, y adornos variados, que lo hacen muy bello. Árbol florecido, entonces, cargado de ricos frutos, que superan a la misma naturaleza. El creyente, recuerda que hubo al comienzo otro árbol, donde las primeras personas creadas se rebelaron contra Dios, porque no quisieron aceptar de Él límites ni prescripciones. Y más tarde, otro árbol, donde Jesús entregó su vida por amor, a fin de que los rebeldes fueran perdonados, y pudieran volver a ser amigos de Dios, que es la mejor de las vidas. Este segundo árbol, era hermoso también, decorado con perlas rojas de sangre, derramada por amor. Los frutos vistosos y sabrosos son signo de buenas obras y sentimientos nobles. Frutos que salen de adentro, que el Espíritu hace brotar: “amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza...”. Jesús también había usado la imagen del árbol, para que nadie se engañe: los frutos buenos, provienen del buen árbol. “Cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas. El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca”.

El arbolito de Navidad, entonces, cargado de luces y colores, representa la vida nueva que proviene de la esperanza puesta en Cristo, nacido para morir por los hombres en el árbol de la cruz. Confiar en el Señor que salva y renueva, aceptar su Palabra como regla de vida, es reverdecer por la fuerza de una savia nueva y desbordante, que enriquece como nadie la existencia de hombres y mujeres, de familias y pueblos. ¿No necesita nuestra sociedad, tan orgullosa de sus logros como apocada frente a sus contradicciones, este vigor interior que proviene de la fe? Cuando repasamos el cúmulo de desafíos que tenemos los cristianos, en los distintos órdenes de nuestra vida, no podemos dejar de preguntarnos con qué fuerza espiritual y moral hemos de emprender la tarea cotidiana de construir nuestra vida social. Lo reclaman de modo particular nuestros niños y adolescentes. Lo necesitan los más pobres, dolientes y abandonados. ¡Ojalá sean muchos los que quieran descubrir este tesoro de bondad que es la Navidad, y que puede brotar desde dentro, como fruto precioso!

De todo corazón quiero desear Feliz Navidad a todos los ustedes, de cualquier condición, edad y creencia. Me complace ser de alguna manera padre y pastor de todos. Mi saludo y augurio de felicidad, está cargado del sentido antes recordado. Les conceda Jesús encontrar en Él: la fuerza que sana, rejuvenece y alegra; el vigor interior suficiente para llevar una vida recta, honesta, comprometida con los demás. Esa es la felicidad que pido para ustedes. ¡Dios los bendiga!

 

lunes, 12 de octubre de 2009

LA RELIGIOSIDAD POPULAR

 

La religiosidad popular es un tema muy usado y que no goza de excesivos entusiasmos últimamente. Bueno es reproducir unas líneas de Benedicto XVI sobre el tema escritas cuando era cardenal: “La religiosidad popular es el humus sin el cual la liturgia no puede desarrollarse. Desgraciadamente muchas veces fue despreciada e incluso pisoteada por parte de algunos sectores del Movimiento Litúrgico y con ocasión de la reforma postconciliar. Y sin embargo, hay que amarla, es necesario purificarla y guiarla, acogiéndola siempre con respeto, ya que es la manera con la que la fe es acogida en el corazón del pueblo, aun cuando parezca extraña o sorprendente. Es la raigambre segura e interior de la fe”. Magníficas palabras para valorar ese fenómeno de la religiosidad popular uno de cuyos elementos más destacados son las Hermandades y Cofradías. El “Directorio sobre la piedad popular y la liturgia” de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos nos ilustra sobradamente sobre las formas de culto y especialmente sobre las prácticas de la piedad popular.

Las formas de culto de las Hermandades y Cofradías, en su vertiente devocional más generalizadas, se resumen en novenas, septenarios, quinarios y triduos, teniendo siempre como centro celebrativo la Eucaristía.

*         LA NOVENA: Es un ejercicio piadoso que dura nueve días, dedicado generalmente a la Virgen María y a otros santos y santas, así como a devociones particulares. Muchas de las novenas tiene indulgencias y la única novena que no era de devoción sino litúrgica fue la prescrita por León XIII en el año 1895 dedicada al Espíritu Santo para preparar Pentecostés.

*         EL SEPTENARIO: Es un ejercicio de siete días especialmente dedicado a la Virgen en sus advocaciones dolorosas, como recuerdo de los siete dolores que padeció la Virgen al contemplar los padecimientos de Cristo ante la Cruz.

*         EL QUINARIO: Ejercicio de cinco días que parece tener su origen en el recuerdo de las cinco llagas de Cristo (manos, pies y costado) y se celebran tanto para el culto a Cristo, como a la Virgen.

*         EL TRIDUO: Ejercicio de tres días dedicado tanto a Cristo como a la Vírgen. Tres son las personas de la Trinidad y tres los días que conforman el Triduo Pascual. Se dedican también Triduos al Santísimo.

*         EL VÍA CRUCIS CUARESMAL Y EL VÍA LUCIS, su equivalente pascual, son otras formas de devoción muy utilizados por las Cofradías, especialmente el ejercicio del Vía Crucis en el cual se recorren los momentos más sobresalientes de la Pasión y Muerte de Cristo a través de sus catorce estaciones. De igual forma, en la Cuaresma, están bastante extendidas las meditaciones sobre el Stabat Mater y sobre las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, difundidas estas últimas en el S. XVII sobre todo gracias al tratado que sobre dicho tema escribió San Roberto Belarmino. El Sermón sobre las Siete Palabras es fuente importante de reflexión durante los días cuaresmales y en Valladolid adquiere su máximo exponente en la mañana del Viernes Santo en su Plaza Mayor.

*         NO PODEMOS DEJAR DE NOMBRAR LA SEÑAL DE LA CRUZ. Hacer la señal de la cruz es el gesto fundamental del cristiano. Santiguarse es aceptar a Cristo en nuestra vida, reconocernos discípulos suyos. Si además utilizamos el agua bendita para santiguarnos nos trae recuerdos del bautismo. En definitiva es una profesión de fe en el Dios trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Hacer la señal de la cruz equivale a ponernos bajo la protección del Señor, equivale a un escudo que nos protege de las tribulaciones diarias y nos anima a seguir adelante.

 

viernes, 25 de septiembre de 2009

LA CRUZ DE CARAVACA

LA CRUZ DE CARAVACA

La cruz de Caravaca es un "lignum crucis", esto es, un madero de la cruz de Cristo, conservado en un relicario con forma de cruz, de doble brazo horizontal y de uno vertical. La cruz llegó en 1231 a esta localidad murciana, de modo milagroso, procedente de Jerusalén. Pertenecía, según la tradición, al patriarca Roberto de Jerusalén, el primer obispo de la ciudad santa, tras la primera cruzada del año 1099. La reliquia se conserva con un relicario en forma de cruz de doble brazo horizonte y de un vertical.

La dimensión del relicario corresponde, como es lógico, al tamaño que originariamente tenía la madera -el "lignum crucis"- guardada en el interior. No debe, pues, confundirse el relicario exterior con la reliquia interior, que es el verdadero objeto de culto y de amor de los fieles.

 

OCTUBRE Y EL ROSARIO

OCTUBRE Y EL ROSARIO

El próximo jueves comenzaremos el mes de octubre, mes que en la piedad popular está dedicado al Santo Rosario, devoción que ha alimentado la fe de muchas generaciones de cristianos y que ha sido reiteradamente recomendada por los Papas. Juan XXIII la consideraba como una “muy excelente forma de oración meditada”; Juan Pablo II nos confesó que era su “devoción predilecta”; Benedicto XVI, por su parte, nos ha dicho que “si la Eucaristía es para el cristiano el centro de la jornada, el Rosario contribuye de manera privilegiada a dilatar la comunión con Cristo, y enseña a vivir manteniendo fija en Él la mirada del corazón para irradiar sobre todos y sobre todo su amor misericordioso”.

martes, 14 de julio de 2009

Por qué se relaciona a la Virgen del Carmen con el mar.doc

¿Por qué se relaciona a la Virgen del Carmen con el mar?

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar.  Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

El escapulario es un sacramental

Un sacramental es un objeto religioso que la Iglesia haya aprobado como signo que nos ayuda a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial.

El escapulario, al ser un sacramental, no nos comunica gracias como hacen los sacramentos sino que nos disponen al amor a Dios y a la verdadera contrición del pecado si los recibimos con devoción.

Los seres humanos nos comunicamos por símbolos. Así como tenemos banderas, escudos y también uniformes que nos identifican, las comunidades religiosas llevan su hábito como signo de su consagración a Dios.

Los laicos no pueden llevar hábito, pero los que desean asociarse a los religiosos en su búsqueda de la santidad pueden usar el escapulario. La Virgen dio a los Carmelitas el escapulario como un hábito miniatura que todos los devotos pueden llevar para significar su consagración a ella. Consiste en un cordón que se lleva al cuello con dos piezas pequeñas de tela color café, una sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Se usa bajo la ropa. Junto con el rosario y la medalla milagrosa, el escapulario es uno de los mas importantes sacramentales marianos.

¿Cómo se originó el escapulario?

La palabra escapulario viene del Latín "scapulae" que significa "hombros". Originalmente era un vestido superpuesto que cae de los hombros y lo llevaban los monjes durante su trabajo. Con el tiempo se le dio el sentido de ser la cruz de cada día que, como discípulos de Cristo llevamos sobre nuestros hombros. Para los Carmelitas particularmente, pasó a expresar la dedicación especial a la Virgen Santísima y el deseo de imitar su vida de entrega a Cristo y a los demás.

En la Edad Media era común que los príncipes y señores feudales vistieran a sus familiares y siervos con una especie de uniforme, que tenía sus colores y su emblema. Los señores se enorgullecían de tener muchas gentes vistiendo su uniforme y los siervos se enorgullecían de vestir el uniforme de un importante señor.

Los miembros de las Ordenes Religiosas empezaron usándolo para proteger su vestido mientras realizaban sus trabajos. Es de allí que le viene el doble nombre de "escudo protector" y " misión de servicio".

Después fue siendo una parte importante y distintiva del "hábito", de varias órdenes religiosas, con diferentes diseños y colores para distinguir unas de otras. Es por lo tanto el Escapulario un distintivo religioso, signo de la personal entrega y consagración al Señor nuestro Dios, vivida en una determinada espiritualidad.

El Escapulario se redujo por este motivo a dos pedacitos de lana color café, unidos por dos cintas, que hay que llevar alrededor del cuello día y noche y que es, para quienes lo visten señal de su consagración a Jesús por medio de María, reconociéndola como Señora, Madre y Reina.

Sentido del Escapulario

El Escapulario es un signo de la confianza que tenemos en la mediación maternal de la Santísima Virgen. El Escapulario por ser hábito de María, es señal y prenda de la protección de la Madre de Dios. Esto no significa que quienes lo usen con hipocresía, negligencia y sin el debido respeto y fervor, hayan de alcanzar la vida eterna.

Cuando se nos impone el Escapulario del Carmen, nos agregamos a "Los Hermanos de la Orden de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo" y siendo así tenemos el deber de vivir la espiritualidad de María y extender su culto. Principalmente debemos esforzarnos por: Conocerla, amarla, imitarla e irradiarla.

Usar el Escapulario, es un compromiso de entrega y consagración a Nuestra Señora y confianza en su protección. Morir con él, significa el cumplir y vivir ese compromiso.

El escapulario tiene 3 significados:

1) El amor y la protección maternal de María: El signo es una tela o manto pequeño. Vemos como María cuando nace Jesús lo envuelve en un manto. La Madre siempre trata de cobijar a sus hijos.

Envolver en su manto es una señal muy maternal de protección y cuidado. Señal de que nos envuelve en su amor maternal. Nos hace suyos. Nos cubre de la ignominia de nuestra desnudes espiritual.

2) Pertenencia a María: Llevamos una marca que nos distingue como sus hijos escogidos. El escapulario se convierte en el símbolo de nuestra consagración a María.

Consagración: 'pertenecer a María' es reconocer su misión maternal sobre nosotros y entregarnos a ella para dejarnos guiar, enseñar, moldear por Ella y en su corazón. Así podremos ser usados por Ella para la extensión del Reino de su Hijo.

3) El suave yugo de Cristo: "Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana". (Mt 11:29-30)

-El escapulario simboliza ese yugo que Jesús nos invita a cargar pero que María nos ayuda a llevar.

Quién lleva el escapulario debe identificarse como católico sin temor a los rechazos y dificultades que ese yugo le traiga.

Imposición del Escapulario:

-La imposición se hace preferentemente en comunidad.
-Es necesario que en la celebración quede bien expresado el sentido espiritual de las gracias unidas al Escapulario de la Virgen del Carmen y los compromisos asumidos con este signo de devoción a la Santísima Virgen.
-El primer escapulario debe ser bendecido por un sacerdote e impuesto por él mientras dice la oración:

"Recibe este escapulario bendito y pide a la Virgen Santísima que por sus méritos, lo lleves sin ninguna mancha de pecado y que te proteja de todo mal y te lleve a la vida eterna"

Alerta contra abusos:

El escapulario NO salva por si solo como si fuera algo mágico o de buena suerte, ni es una excusa para evadir las exigencias de la vida cristiana. No lleguemos a la conclusión que el escapulario está dotado de alguna clase de poder sobrenatural que nos salvará a pesar a pesar de lo que hagamos o de cuanto pequemos... Una voluntad pecadora y perversa puede derrotar la omnipotencia suplicante de la madre de la misericordia.

 

viernes, 12 de junio de 2009

San Antonio y el Niño Jesús

San Antonio y el Niño Jesús

En las estampas que representan a San Antonio se le ve contemplando al Niño Jesús o bien llevándole en sus brazos. Esto se debe a su gran devoción que tenía por el Niño Jesús a lo largo de toda su vida. A pesar de todo, hay una tradición, que explica que pocos días antes de su muerte, San Antonio tuvo una visión. Antes de irse a dormir, se le apareció el mismísimo Niño Jesús, sonriente y radiante que iluminó toda la habitación. Esta escena fue vista por un compañero de celda, el hermano Tiso que hizo propósito, a petición de San Antonio, de no contárselo a nadie, pero, una vez muerto el santo, reveló el suceso, que artistas y pintores han venido desde entonces inmortalizando en lienzos y esculturas.
Una interpretación en concordancia a la razón, nos indicaría que el Niño Jesús representado en las estampas de San Antonio es en primer lugar por la devoción ya mencionada que tuvo el santo hacia él, y por el simbolismo de pobreza que representa el Niño Jesús. Una pobreza y humildad que San Antonio llevó siempre.

El pan de San Antonio

El pan de San Antonio

 

La historia del pan de San Antonio se remonta al siguiente hecho: se cuenta que Antonio se conmovía tanto con la pobreza que, una vez, distribuyó a los pobres todo el pan del convento en que vivía.

El fray panadero se dio cuenta de que no tenían que comer y se lo fue a contar al santo lo sucedido. Él lo envió de nuevo a verificar donde los había dejado. Las cestas se desbordaban de pan, tanto, que fueron distribuidos a los frailes y a los pobres del convento.

Hasta hoy en la devoción popular el "pan de San Antonio" es colocado por los fieles en los sacos de harina, con la fe de que, así, nunca les faltará que comer.

Se dice también que estando vivo el Santo, una madre prometió donar en trigo a los pobres el peso del hijo resucitado por él. La obra del Pan de los pobres ligada al Santo solo aparece a finales del siglo XIX, época de mucha hambre en Europa, sobre todo con las asociaciones de Messina y de Tolone. Que se comprometieron en transformar en pan para los pobres las afrendas dadas al Santo.

 

jueves, 4 de junio de 2009

Cuidar nuestro lenguaje, nuestras expresiones de fe.

Cuidar nuestro lenguaje, nuestras expresiones de fe…

El paso de los años se ha ido encargando de hacer lo que ninguno nosotros pretendemos cuando los hacemos, pero que al fin los terminamos haciendo y pasando a la siguiente generación: acostumbrarnos a oraciones, versículos, cantos… que, aún siendo buena y loable la costumbre, los hacemos mas por rutina, por inercia o por bonita que concienzudamente. Pongo algunos ejemplos:

No tiene sentido alguno entonar «Salves» ante el Santísimo expuesto, pues no encaja lo uno con lo otro. Tampoco tiene sentido en la celebración en honor de algún santo o en las procesiones de los mismos entonar el “Ave maría”. Eso sería tanto como colocarnos frente a una imagen de Nuestra Señora y decirle: ¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar!  Y Ella, seguramente, nos dirá: ¡Hijo, estás en el lugar equivocado!.

Sería también erróneo colocarnos delante de una imagen de San Isidro o cualquier otro santo y decirle o cantarle “Dios te salve María… bendito sea el fruto de tu vientre”.

Como también sería una inoportunidad y rozaría lo ilógico rezarle a la Virgen un “Padre nuestro… venga a nosotros tu reino”.

Cabe decir lo mismo cuando en algunos santuarios o ermitas se quiere “reforzar” la devoción a tal o cual imagen con el latiguillo de “imagen milagrosa”, pues no es la imagen la que es milagrosa sino el Santo, la Virgen o Cristo a quien esa imagen representa.

Nuestro lenguaje, nuestras expresiones de fe… para que sean tales expresiones de fe tienen que ser también adecuadas, no solo bonitas o que siempre se ha hecho así.

martes, 2 de junio de 2009

En orden a la Exposición del Santísimo

En orden a la Exposición del Santísimo

SABÍA USTED QUE ...

1. En la Instrucción «Eucharisticum Mysterium», del 13 de abril de 1967, en el número 66 «Se prohíbe la Exposición tenida únicamente para dar la bendición después de la Misa». Se recomienda en el mismo número (parágrafo anterior) que «Aun las Exposiciones breves del Santísimo Sacramento, tenidas según las normas del derecho, deben ordenarse de tal manera que antes de la bendición con el Santísimo Sacramento, según la oportunidad, se dedique un tiempo conveniente a la lectura de la Palabra de Dios, a los cánticos, a las preces y a la oración en silencio prolongada durante algún tiempo.

2. Para manifestar con claridad la relación con la Eucaristía celebrada o Misa, la Exposición se hace inmediatamente después de haber distribuido la Comunión de los fieles. Luego se inciensa el Santísimo, viene la oración después de la Comunión y no se da bendición de ninguna clase ni se despide a la Asamblea con el «Pueden ir en paz». Se podría concluir con el «Bendigamos al Señor», y la Asamblea respondería «Demos gracias a Dios», sin signación alguna, pues se trata de una bendición ascendente.

3. El Rosario en honor de la Santísima Virgen María, «cuando se reza con el sentido Cristológico que le es propio, recitándolo en un clima meditativo-orante, y cuando su rezo ayuda a adquirir una mayor estima del misterio eucarístico, sería inaceptable prohibirlo». Según esto, se puede rezar el Rosario, de vez en cuando, (y no siempre), ante el Santísimo expuesto sobre el altar, con tal que el enunciado de cada misterio se haga en forma más amplia, por ejemplo con alguna lectura bíblica escogida con anticipación. El Rosario, tal como lo conocemos, con un carácter eminentemente Mariano, con el simple enunciado del misterio nada más, no es conveniente recitarlo ni se debería recitar durante una Exposición del Santísimo. Mejor favorecer el silencio y la meditación, pues se trata de un ejercicio de piedad que no se puede integrar dentro de una acción litúrgica; en este caso, de la prolongación de una acción litúrgica. (Para mejor y mayor información, consultar la respuesta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos – Boletín «Actualidad Litúrgica», Nº 39, página 10).

Por la misma razón expuesta no tiene sentido alguno entonar «Salves» ante el Santísimo expuesto, entre misterio y misterio del Rosario, pues no encaja lo uno con lo otro. Eso sería tanto como colocarnos frente a una imagen de Nuestra Señora y decirle: ¡Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar! Y Ella, seguramente, nos dirá: ¡Hijo, estás en el lugar equivocado!

4. Delante del Santísimo Sacramento, sea que esté en el sagrario como reserva, sea que esté expuesto para la adoración pública, se hará sólo genuflexión simple. (La Sagrada Comunión y el Culto del Misterio Eucarístico fuera de la Misa, del 21 de junio de 1973, Nº 110). De este modo, y desde esa época quedó abolida la genuflexión doble.

5. En la Exposición del Santísimo Sacramento con la custodia, se encenderán cuatro o seis cirios, es decir, cuantos haya en la Misa, y se empleará incienso. En la Exposición con el copón, se encenderán al menos dos cirios y puede usarse incienso (Ibidem, Nº 111).

6. En el Ritual mencionado no aparece por ninguna parte el versículo que tradicionalmente se ha cantado antes de la oración: «Les diste, Señor, el pan del cielo». Por consiguiente está abolido y no hay necesidad de cantarlo ni de rezarlo, como antes de hacía. Según eso, inmediatamente después del canto se entona una de las 10 Oraciones que allí se encuentran.

7. La Exposición del Santísimo concluye con la Bendición del mismo; por consiguiente, resulta ser un duplicado o doblaje de la Exposición, o mejor, con esto se estaría volviendo de nuevo a la Exposición que ya ha concluido. Sobra, por lo tanto, arrodillarse ante el Santísimo después de la Bendición para recitar las conocidas preces de alabanza (que tampoco aparecen en el Ritual del «Culto Eucarístico fuera de Misa»).

Lo mejor sería, si se quiere, recitar dichas preces («Bendito sea Dios. Bendito sea su santo nombre», etc.) antes de la oración; enseguida se da la bendición, se retira el viril o píxide y se lleva al lugar de la reserva o sagrario. La Asamblea se pone de pie y se entona un canto de acción de gracias o de alabanza. O si se prefiere, esas preces irían muy bien después de la bendición durante el tiempo del traslado del viril con la hostia consagrada al sagrario.

8. El Ritual del cual venimos hablando ofrece diez (10) oraciones para emplear antes de dar la Bendición con el Santísimo. Se hace urgente corregir la primera de todas, pues contiene un grave error teológico, a tal punto que es una oración Patripasiana (herejía patripasiana que confunde el Padre con el Hijo), porque no es el Padre Dios quien sufrió voluntariamente la Pasión, sino su Hijo Jesucristo. Tal como está, viene dirigida a Dios Padre. Hay que corregirla de inmediato, así:

1. Señor nuestro Jesucristo,

que en este Sacramento admirable

nos dejaste el Memorial de tu Pasión;

concédenos venerar de tal modo

los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,

que experimentemos constantemente en nosotros

el fruto de tu redención.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos responden:

Amén.

Igualmente se transcriben las otras nueve para conocer su rico contenido y poderlas emplear en su momento y, de este modo, salir siempre de la primera.

2. Dios, Padre omnipotente,

concédenos sacar el efecto

de nuestra perpetua salvación

de esta fuente divina que es Jesucristo,

nacido por nosotros de la Virgen María,

glorificado en la cruz de su Pasión,

a quien creemos y proclamamos realmente presente

en este Sacramento.

Por Cristo nuestro Señor.

3. Padre celestial,

concédenos celebrar con alabanzas a Cristo,

nuestro Cordero Pascual,

muerto por nosotros en la Cruz

y presente en este Sacramento;

para que terminada nuestra peregrinación

en la tierra

merezcamos contemplarlo

cara a cara en la gloria del cielo.

Por Cristo nuestro Señor.

4. Padre celestial,

Tú que nos diste el verdadero Pan bajado del cielo

concédenos que,

fortalecidos por la eficacia

de este Alimento espiritual,

vivamos siempre en ti y para ti

y que al final de nuestra vida

resucitemos para la gloria sin fin.

Por Cristo nuestro Señor.

5. Padre de infinita bondad,

ilumina nuestros corazones con la luz de la fe

y enciende en ellos el fuego del Amor,

para que quienes reconocemos a Cristo,

Dios y Señor nuestro,

realmente presente en este Sacramento,

lo adoremos con fe en espíritu y en verdad.

Por Cristo nuestro Señor.

6. Padre misericordioso,

concédenos que el Sacramento

por el cual te dignaste renovarnos

llene nuestros corazones con la dulzura de tu amor

y nos permita aspirar a poseer

los inefables tesoros de tu Reino.

Por Cristo nuestro Señor.

7. Dios y Señor nuestro,

que por el Misterio Pascual de Cristo

has querido realizar la redención de los hombres;

al venerar este misterio de nuestra salvación,

te pedimos que conserves en nosotros

los dones de tu amor,

y nos concedas participar plenamente

en los frutos de la redención.

Por Cristo nuestro Señor.

8. Padre celestial,

concédenos celebrar con alabanzas

a Cristo, nuestro Cordero Pascual,

muerto por nosotros en la Cruz

y ahora oculto en este Sacramento

bajo la especie de Pan

para que terminada nuestra peregrinación

en la tierra,

merezcamos contemplarlo a Él mismo

cara a cara en la gloria.

Por Cristo nuestro Señor.

9. Padre misericordioso,

concédenos que el Sacramento de la Eucaristía,

Memorial de nuestra Redención,

Llene nuestros corazones con la dulzura de tu Amor

Y nos permita aspirar a poseer

los inefables tesoros de tu Reino.

Por Cristo nuestro Señor.

10. Padre celestial,

en tu designio salvífico

has querido realizar la redención de los hombres

por medio del Misterio Pascual de Cristo;

concede misericordioso

a quienes anunciamos la Muerte

y Resurrección del Señor

bajo estos signos sacramentales,

que experimentemos un aumento constante

de redención.

Por Cristo nuestro Señor.

EL CULTO A LA EUCARISTÍA y origen de la fiesta del CORPUS

EL CULTO A LA EUCARISTÍA y origen de la fiesta del CORPUS

Artículo publicado por Antonio Marín Sánchez

A finales del siglo XII se apoderó de la cristiandad occidental el ansia de ver, contemplar y adorar la hostia consagrada. Este deseo surgió como reacción a las ya condenadas doctrinas de Berengario y los cátaro-albigenses que, de una forma u otra negaban la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

Posteriormente, hacia el año 1212, Odón, obispo de París, emitió un decreto ordenando la elevación de la Sagrada Forma, tras las palabras de la consagración, para que fuera adorada por los fieles. Este decreto no hizo otra cosa que sancionar una costumbre ya existente pero ayudó a difundirla.

El liturgista alemán Mayer (1926) escribe: “Quien había contemplado la Hostia se encontraba externamente satisfecho e internamente justificado. Se llegó incluso a la aberración de que muchos, una vez saciado este irreprimible deseo abandonasen la misa, o que un grupo de exaltados entablasen proceso a un párroco porque les había señalado en el templo un sitio desde el que no se podía contemplar el rito de la elevación”.

Como consecuencia de querer ver las especies consagradas se fue introduciendo la costumbre de exponer y adorar el sacramento sobre los altares fuera de la misa.

La reserva de la eucaristía, concebida anteriormente como exclusiva necesidad para atender a enfermos y moribundos, se consideró ahora como un fin en sí misma, siempre en el lugar más digno y visible del templo, en el altar mayor, sirviendo como acicate al entusiasmo religioso y como fuente inextinguible de unión subjetiva entre Dios y el individuo.

Es fácil comprender que, desde entonces, se sucedieran con inusitada rapidez nuevas formas de culto litúrgico eucarístico. a) En 1264, el Papa Urbano IV instituye la fiesta del Corpus Christi. b) En 1279, se celebró en Roma la primera procesión pública con el Santísimo. c) En 1395, se introdujo la exposición permanente del Santísimo.

Esta “exposición” de la Hostia Consagrada se institucionalizó y se difundió universalmente a través de la devoción llamada de las “Cuarenta Horas”, uno de los ritos eucarísticos más populares de la Contrarreforma católica.

Esta liturgia provenía de una remota ceremonia consistente en que una de las formas consagradas en la misa del Jueves Santo, una vez finalizada la liturgia del Viernes, era llevada solemnemente, en procesión, a un altar o sitio dentro de la iglesia, al que se designaba con el nombre de sepulcro (Monumento). Este sepulcro era velado durante las cuarenta horas que se pensaba que Cristo había permanecido sepultado. En la alborada del Domingo de Pascua se sacaba la Sagrada Forma del sepulcro, devolviéndola al altar mayor donde era presentada al pueblo y con este rito se simbolizaba la resurrección

Este peculiar rito de la exposición de las Cuarenta Horas se difundió ampliamente a partir del siglo XVI por motivos de devoción, de reparación, de plegaria y otros fines o celebraciones diversas.

El papa Clemente VIII (1592 – 1605) relacionó esta piadosa costumbre con el Carnaval y la Cuaresma. El ejercicio de las Cuarenta horas comenzaba el domingo de Carnaval, con fines expiatorios, en la capilla papal e iba rotando de iglesia en iglesia durante toda la Cuaresma, de modo que se convirtió en una exposición permanente. Las distintas iglesias de Roma rivalizaban en levantar grandes aparatos escenográficos donde el Santísimo era expuesto en medio de nubes, ángeles y otras figuras alegóricas y todo el conjunto iluminado por centenares de cirios. Quizás el templo donde se erigieron los “apparati” más espectaculares fue el de los jesuitas, es decir, el Gesú.

La devoción al Santísimo y a las Cuarenta Horas se propagó rápidamente por todo el mundo católico, incluida naturalmente España. Su celebración ha dado lugar a las grandes fiestas y procesiones del Corpus. La producción artística, monumental, musical, literaria (Autos sacramentales) son incalculables, como las artísticas y riquísimas “custodias” y “torrecillas” que actualmente se exhiben en los museos. Merece especial mención la incomparable custodia-torrecilla de Arfe en la Catedral de Toledo. Son muchas las Ordenes Religiosas, iglesias, conventos y otras instituciones que se acogen a esta devoción del Santísimo Sacramento.

El Concilio de Trento coadyuvó, de forma definitiva, al afianzamiento y expansión del misterio Eucarístico. Este concilio condenó con severa energía la herejía de Zwinglio, que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía y también condenó como erróneas las opiniones de Lutero y Calvino sobre el carácter sacrificial de la misa, el sacerdocio de Cristo y el sacerdocio institucional y jerárquico dentro de la Iglesia.

La exaltación gráfica, escultórica y monumental del tema eucarístico en España fue abundante y significativa. Tenemos como ejemplos el Transparente de la catedral de Toledo, el Sagrario de la Cartuja del Paular y, en Granada, el sagrario de la Cartuja situado tras el altar mayor. En estos y otros monumentos eucarísticos, como afirmaba el jesuita Richoeme en 1601, aparecen “cosas y acciones muy notables de la Ley Natural y de la Ley Mosaica que sirven para demostrar, como prefiguraciones, la institución definitiva del Santo Sacrificio y del sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo”.

En algunas catedrales, colegiatas o iglesias mayores se construyeron o habilitaron las capillas más ricas y amplias para la instalación de los “Sagrarios” destinadas a la reserva y culto del Santísimo.

En Andalucía, a partir del siglo XV, se construyeron iglesias anejas a la catedral denominadas “Sagrario” y que funcionan como parroquias de dicha catedral.

 

viernes, 22 de mayo de 2009

Análisis de la Piedad Popular

ORIGEN DE LA DEVOCIÓN DE LAS ROSAS DE SANTA RITA

ORIGEN DE LA DEVOCIÓN DE LAS ROSAS DE SANTA RITA
Las Rosas de Santa Rita de Casia deben su origen al hecho de que Santa Rita, estando ya gravemente enferma en su convento de Casia y próxima a la muerte fue visitada por una pariente suya quien, al despedirse. juzgando que seria ya la última vez que habría de verla le preguntó si podía servirle en algo, a lo que Rita contestó: quiero que cuando llegues a Roca Porrena vayas al huerto de mi casa, cortes una rosa y me la traigas tan luego la obtengas.

Como era el tiempo de invierno y en aquel año de 1457 se estaba distinguiendo por la intensidad de su crudeza, la mujer creyó que Rita deliraba ya por su enfermedad y juzgando un desatino el encargo de la enferma, regresó a la villa sin acordarse para nada de la rosa; pero pasando junto al huerto de la casa de Rita, bien haya sido por curiosidad o por impulso sobrenatural, entró en él y vio con asombro que de la rama de un rosal medio cubierto por la nieve, pendía una rosa fresca y lozana; loca de alegría, la corta retorna a Casia y entrega a Rita la rosa deseada, que se conservó largo tiempo fresca despidiendo un intenso perfume.

Este hecho originó el que las Religiosas Agustinas de Casia acostumbrasen cubrir con rosas la urna en que yace el cuerpo incorrupto de Santa Rita, especialmente el 22 de mayo, aniversario de su piadosa muerte. Estas rosas eran distribuidas todos los años entre los bienhechores y amigos de Convento, los cuales las conservaban como preciosas reliquias. El Señor, que se complace en honrar a sus santos y en glorificar a sus siervos, quiso que, mediante las rosas que habían adornado el sepulcro de Santa Rita se verificaran curaciones milagrosas. Con este motivo se extendió muy pronto por todas partes la noticia de las rosas de la Santa, como también los muchos y extraordinarios favores, alcanzados por el contacto de estas rosas.

BENDICIÓN DE LAS ROSAS
En la actualidad y desde hace mucho tiempo, se bendicen las rosas solemnemente el 22 de mayo, distribuyéndolas entre los fieles devotos. Son innumerables las gracias y favores obtenidos por intercesión de Santa Rita mediante el uso o contacto de estas rosas benditas. Consta que en el proceso de canonización de la Santa se presentaron muchos enfermos curados, quienes declararon haber recobrado la salud con las rosas de Santa Rita.

FINALIDAD DE ESTA DEVOCIÓN
El Ritual Agustiniano dice que estas rosas se usan para recobrar la salud de las enfermedades y para recibir la ayuda de Dios en cualquier necesidad. Como todos los Sacramentales, tiene la eficacia de la oración de la Iglesia y la de la fe de los fieles que las emplean.

jueves, 7 de mayo de 2009

Reflexiones en torno a la piedad popular

La piedad popular

Aunque la liturgia es la cumbre a la que tiende toda la actividad de la Iglesia y la fuente de donde mana toda su fuerza, no agota toda su actividad ni la vida espiritual de los fieles.

Liturgia es celebración donde damos culto a Dios como hijos agradecidos, y donde celebramos los ritos conmemorativos de la historia de la salvación, historia de nuestros padres, y nuestra propia salvación. El rito actualiza aquellos momentos importantes, que aun perteneciendo al pasado se hacen presentes en nuestra vida. Pero nuestra vida sigue, nuestra época es distinta, tenemos otros gustos y otras formas, y por eso, la Iglesia, además de la participación en la liturgia, fomenta y recomienda celebraciones y otros ejercicios de piedad popular.

La Iglesia, unas veces, asume sin más ciertas manifestaciones que brotan de la genuina experiencia de la fe y religiosidad del pueblo cristiano; otras debe purificarlas de omisiones, acentuaciones excesivas o incluso de manifestaciones supersticiosas.

He aquí la pregunta catequética: ¿Por qué tiene importancia la piedad popular en la vida cristiana? ¿No es algo de poco valor?

La experiencia secular de la Iglesia atestigua que este tipo de piedad ha producido abundantes frutos de vida cristiana en las familias y en los pueblos. Apoyada por esta experiencia y la luz del Espíritu Santo, la Iglesia cree que esta piedad puede seguir prestando grandes servicios a una fe verdaderamente inculturada, según la diversidad de los pueblos y continentes.

Cada uno podría recordar aquí cuáles son las manifestaciones de la piedad popular que más le ayudan, incluso aquellas que menos le ayudan y que habría que corregir o cambiar, y después comentarlo con el sacerdote y con otros amigos.

La piedad popular tiene múltiples manifestaciones a lo largo del curso del Año Litúrgico, especialmente durante la Cuaresma, Semana Santa y el Triduo Pascual. Durante el Tiempo Ordinario son múltiples las manifestaciones en torno a la Virgen María, los fieles difuntos y los Santos. Forman parte inseparable de esta piedad las peregrinaciones, las romerías a los santuarios, la visita a los cementerios, las procesiones, etcétera.

La familia cristiana ha estado muy vinculada con estas manifestaciones de piedad, especialmente con las peregrinaciones y romerías a los santuarios marianos, algunos de los cuales son mundialmente famosos; y ha trasmitido estas costumbres de padres a hijos.

Todavía hoy no son pocas las familias cristianas que acuden con sus hijos a los santuarios de la Virgen y allí, además de realizar sus devociones, reciben los sacramentos de la Penitencia y Eucaristía.

Cabría en este momento otra pregunta para la reflexión, y para intentar cambiar los excesos piadosos ¿Lleva la piedad popular a exaltar a María y a los Santos por encima de Dios?

Junto a estas manifestaciones, existen otras más cotidianas, como la bendición de la mesa en las comidas, el rezo del santo rosario en familia, la bendición de las casas o de los vehículos, la romería al santuario de la Patrona, la petición de la lluvia o la protección frente a las calamidades públicas, etc.

Puesto que la fe ha informado estas costumbres y prácticas religiosas, es conveniente que los padres continúen viviéndolas y trasmitan a los hijos ese espíritu sencillo y recio, de vivir sus relaciones con Dios en medio de las situaciones de su vida, no sólo extraordinarias sino más comunes.

Además, la fuerza de estas prácticas ha ejercido y ejerce una gran labor en la identidad de los pueblos y en la expresión externa de la fe profesada. Cuando tales manifestaciones se traducen en expresión social, se convierten en testimonio gozoso de la propia fe para los no creyentes y estímulo para los débiles.